samedi 13 Mar 2010, 11h56m
Realmente no sé como empezar hoy a relatar esta noche. Esta misma noche que empecé a vivir hace tres horas aproximadamente. Porque cuando uno va a ver una banda a la cual le tiene fe y altas expectativas lo pueden sorprender y hacerlo quedar conforme, pero, ¿esto? Esto es maravilloso, esto fue energía al cien por ciento, era como un surfista en un mar lleno de olas gigantes e increíbles, perfectas para ser remontadas.
Hacía mucho que no iba a ver a una banda que le gusta hacer mucho ruido, y realmente me había desacostumbrado a este tipo de recitales. Se oscureció el Luna Park y empezaron a rondear las luces violáceas por el escenario y el público, con esos sonidos extraños de fondo; ahí fue cuando aparecieron cuatro hombres vestidos sobriamente y hasta uno algo elegante con su traje y corbata. Los que se creyeron que Franz Ferdinand era una bandita tranquilita por esa sedosa introducción de “Bite Hard”, se equivocaron…y mucho. En esa misma canción cambiaron de sonido y esta hermosa melodía pasó a ser un tornado de músicas multicolores. Le siguió “Dark Of The Matinee” con ese estribillo que me deja sin aire pero que es inevitable cantarlo. Así siguieron con nuevas canciones como “Send Him Away”, pero también con las del primer disco, como “Do You Want To”, haciendo cantar el “du du” que no se va por nada del mundo de tu cabeza. ¡Y esto es sólo el principio, gente!
El volumen estaba algo distorsionado (pero ese fue un problema que pasó de largo) y tan alto; mis oídos no podían captar algunos sonidos de lo alto que estaba, ¡Pero sin embargo esto lo hacía fascinante! ¡Y tanta energía! No paraban de tocar ni para tomar un poco de agua. Canción tras canción, tras canción, tras canción. Para que se den una idea, el “descanso” de la primera sección del recital fue “Walk Away”, la canción más pacífica que tocaron. Y por más que Alex cantara que estaba viejo, no lo parecía; ninguno de los cuatro lo parecía. En cambio, semejaban ser jóvenes en plena pubertad disfrutando de hacer lo que le gusta: tocar música. Así siguieron tocando un set muy completo con canciones como “Take Me Out”, “The Fallen”, “What She Came For” (esta canción me facina!) y “This Boy”, haciendo piruetas por los aires y saltando en los amplificadores.
Llegamos a “Outsiders”. A decir verdad, esta canción nunca había sido una que me atrajese, pero verla tocar en vivo cambió totalmente mi opinión. Pero de repente veo en medio de la presentación que Nick se va al costado y vuelve con un tambor y empezó a caminar por el escenario con este tambor, y fueron trayendo más tambores, platillos y bombos para ubicarlos al costado del escenario y empezar a hacer un rítmico solo de batería por cuatro personas. Bien, acá fue un momento importante para mi visión de la banda dado a que acá sentí que eran una banda. Si, ya sé, me dirán que Alex Kapranos (cantante y guitarrista) es el importante, pero me refiero, a que los vi como un grupo, haciendo trabajo en equipo. Así iban, dando vueltas a esta batería, cada uno sabía qué tenía que tocar para hacerla sonar bien, cada uno tocaba algo diferente, ponía su energía en ella de maneras diferentes. Un espectáculo que duró unos minutos, ¡pero que fue impresionante!
Con esta canción dejaron a la Argentina la primera vez que vinieron por aquel 2006 acompañando a U2, pero esta vez, fueron más allá. “Outsiders” sólo fue una pausa. Luego de un par de minutos fuera del escenario, aparece Alex otra vez y nos deleita con su guitarra y profunda voz para tocar “Jacqueline” y cuando sus compañeros llegan otra vez, “No You Girls” empieza a imponerse en el escenario para hacernos mover los pies. Lo que me gustó de este recital fue que no hicieron la típica de dejar lo mejor para el final, sino que fue muy balanceado, y como acá apareció “This Fire” también lo hizo “Tell Her Tonight”. Alex había practicado algunas palabras en español y consiguió presentar a toda la banda en este idioma a la perfección. Así estaban ellos cuatro deleitándonos al público argentino: Nick parecía haberse tomado por lo menos cinco litros de café de lo activado y revoltoso que estaba, con esa expresión de nerviosismo moviéndose para todos lados, y Alex claro que lo acompañaba con esa posición flameante y algo imperial que tiene. Atrás estaba Paul concentrado en su batería, consiguiendo que la música tuviera ese ritmo acompasado y, algo alejado del los traviesos, estaba Bob con su bajo tranquilo.
Uno se puede imaginar varios finales, pero nunca pensé que iba a ser con algo tan insospechado llamado “Lucid Dreams”. ¡Y la tocaron entera! ¡También el final ese electrónico donde predominan los sintetizadores! Así estuvieron por minutos y minutos con esos detalles repitiendo siempre lo mismo de variadas maneras. Primero se fue Alex indicándonos que su trabajo ya había terminado por esa noche, luego Nick, que así como había empezado bien prolijito con su traje ahora estaba en camisa y desarreglado, después Bob con su estatus bajo y ahí quedó solito Paul con su batería por un largo rato hasta que se fue. Todo para que en unos segundos volvieran a parecer los cuatro juntos y saludasen como una gran banda al público argentino y claro que este le respondió con grandes ovaciones y aplausos.